Lo que se acordó
La financiación de la ayuda debe ser más eficiente: el resultado más concreto de la cumbre fue que los 30 principales donantes (países) y las Agencias de Ayuda firmaron el llamado "Gran Acuerdo" para hacer que la ayuda sea más eficaz, incluyendo la armonización de propuestas, y de los modelos de presentación de informes (para reducir la complicada burocracia y el papeleo), la reducción de los gastos generales, la introducción de evaluaciones de las necesidades colectivas, y asignar menos fondos a proyectos específicos (METER ENLACE DEL ARTÍCULO ANTERIOR). En general, todos se mostraron de acuerdo en un aumento de las transferencias directas de dinero en concepto de ayuda, aunque la idea es apoyada más por las ONG que por los gobiernos (excepto Italia y Reino Unido, que se muestran partidarios. Algunos donantes también comenzaron a anunciar donaciones humanitarias multianuales, por primera vez, y estuvieron de acuerdo para elevar el techo del Fondo Central para Emergencias, que permite a las agencias de las Naciones Unidas responder con ás rapidez y flexibilidad, de 500 millones de dólares a 1.000.000 millones de dólares.
La ayuda debe ser gestionada localmente. El objetivo acordado fue que el 25 por ciento de la financiación humanitaria vaya "lo más directamente posible" a las agencias locales y nacionales. En este sentido, se ha creado NEAR, una red cuyo objetivo es "construir de nuevo el sistema de ayuda humanitaria y el desarrollo desde arriba hacia abajo para impulsar la actividad local". Veintisiete ONG internacionales también firmaron el nuevo Charter4Change, comprometiéndose a transferir el 20 por ciento de sus fondos a las ONG nacionales para el año 2018 (y comprometerse en la transparencia), así como hacer frente a los efectos negativos que supone la contratación de personal local en las ONG internacionales, por lo que supone de disminuir la capacidad de las organizaciones locales al quitarles personal.
La educación es una prioridad humanitaria: por primera vez se ha considerado que la educación es tan importante como la alimentación o el refugio durante una crisis, y esto supone el reconocimiento a años de presión de muchas organizaciones. Esto se ha cristalizado con el lanzamiento del fondo La Educación No Puede Esperar. En promedio, menos del dos por ciento de la ayuda humanitaria va hacia la educación (algunos donantes se comprometieron a aumentar de forma individual hasta el 30 por ciento). El fondo tiene como objetivo recaudar 3.850.000 millones de dólares en cinco años, y ya cuenta con 90 millones de dólares aportados por Dubai Cares, la Unión Europea, los Países Bajos, Noruega, el Reino Unido y Estados Unidos.
La respuesta humanitaria debe incluir a las personas con discapacidad: cerca de 100 gobiernos y organismos de ayuda y los demás firmado la Carta por la que se comprometen a no discriminar a las personas con discapacidad en la acción humanitaria, para satisfacer mejor sus necesidades, e incluirlos en el diseño de los programas de ayuda.
El mundo debe invertir en la prevención y mitigación de riesgos: está demostardo que invertir 1 dólar en la preparación para las crisis ahorrará 7 en la respuesta. Sin embargo, está siendo muy difícil hacerlo posible. aún no se ha marcado una meta concreta. Varias iniciativas nuevas reflejan un mayor consenso en torno a la necesidad de cambiar esto. La Federación Internacional de la Cruz Roja está liderando una coalición independiente para movilizar mil millones de personas para ser "resistente" en 2020. Otra alianza, sobre las crisis urbanas, incluye un enfoque en la preparación para las crisis en los entornos urbanos, en particular con los actores municipales locales. Ban dijo que la ONU se centrará en la mejora de su análisis de riesgos y Liberia anunció un sistema regional de alerta temprana para el África Occidental.
Se deben probar mecanismos innovadores de financiación: frente a un déficit de financiación estimado en 15.000 millones de dólares para respuesta a las crisis, la cumbre hizo hincapié en la necesidad de enfoques innovadores de financiación. Se anunciaron varias iniciativas, como que inversores privados destinen fondos iniciales a un programa de respuesta humanitaria, que les será reembolsado posteriormente con intereses por los donantes tradicionales siempre que cumplan ciertos requisitos. Cientos de empresas también han apoyado una nueva iniciativa para coordinar mejor la participación del sector privado en la acción humanitaria.
Las organizaciones regionales tienen un papel que desempeñar: las organizaciones intergubernamentales regionales se quejan de que, a pesar de estar bien posicionadas para responder a las crisis en sus regiones de forma más rápida y con sensibilidad hacia la cultura local, no forman parte de la toma de decisiones. Durante los últimos años se han visto esfuerzos para construir la capacidad de grupos regionales, como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y la Liga Árabe (a menudo con un efecto limitado), pero esta Cumbre fue más allá, dando a luz a la Red Humanitaria de Organizaciones Regionales de Acción (Rohan), que tiene como objetivo formalizar el papel de las organizaciones regionales en la arquitectura internacional humanitaria.
El sector humanitario es un eco-sistema, no un sistema: Si bien la multiplicidad de actores complican el funcionamiento, también es verdad que en la Cumbre se pudieron escuchar voces y opiniones que tradicionalmente carecen de posibilidad de hacerlo. Durante la Cumbre se tomó conciencia de la multiplicidad de actores, opiniones, y enfoques diferentes, lo que se considera muy positivo.
El sector humanitario debe responder mejor a los conflictos: la estructura organizativa, la financiación del sector humanitario y la amplitud de enfoques existentes, todo ello resultado, en gran medida, de las secuelas del tsunami de 2004, están adaptados para responder a los desastres naturales. Sin embargo, el 80 por ciento de la respuesta humanitaria se lleva a cabo en un contexto de conflicto prolongado, como por ejemplo, la crisis de Siria y la consiguiente crisis de desplazados y refugiados. AHora, el centro de la labor humanitaria es la guerra. Por tanto, hay que reforzar un sistema que permita abordar este tipo de crisis de manera más coherente y eficaz.
Lo que no se acordó
En total, unas 8.000 personas asistieron a la Cumbre (incluyendo los expositores), en representación de 173 países (entre ellos 55 Jefes de Estado), así como representantes de organismos de la ONU, ONG, organizaciones de la sociedad civil, la filantropía, el sector privado y el mundo académico.
Voluntad política para poner fin a los conflictos: Quizás la mayor decepción de una Cumbre destinada a encontrar maneras de prevenir conflictos y o ponerles fin fue la ausencia de líderes mundiales, en particular los cinco Miembros Permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Especialmente, se notó la ausencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Su ausencia en la Mesa Redonda de Alto Nivel sobre "liderazgo político para eliminar y evitar conflictos" la vació de peso, a pesar de algunas promesas interesantes (Francia, por ejemplo, dijo que no usaría su veto en el Consejo de Seguridad en caso de crímenes masivos).
Un mejor trato a los refugiados, personas desplazadas y los países donde son acogidos: En el período previo a la Cumbre, el Secretario General de la ONU había propuesto un enfoque más justo para compartir la carga de los refugiados con los países anfitriones, y el objetivo de reducir el desplazamiento interno en un 50 por ciento en 2030. A pesar de la gfran intervención del responsable del Comité Internacional de la Cruz Roja, Maurer, los participantes sólo se comprometieron a lograr un nuevo enfoque para hacer frente a las necesidades de los desplazados internos y los refugiados, sin concretar nada. El ex Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Antonio Guterres, no fue capaz de expresar ningún avance real cuando fue preguntado por el tema. Es posible que se logren mayores avances cuando se celebren los dos encuentros previstos con motivo de la Asamblea General de la ONU de los días 19-20 de septiembre.
La protección de los civiles en la guerra: Para Jan Egeland, asesor especial del enviado de la ONU para Siria, la prueba para el éxito era si los resultados de la Cumbre harían cesar, por ejemplo, los bombardeos a civiles en la ciudad siria de Alepo, lo que no está sucediendo.
Reducir la brecha de desarrollo humanitario: previo a la cumbre se apostó por lograr resultados concretos en aspectos como la mitigación del cambio climático, o el impulso hacia el desarrollo, con un enfoque más coherente de la ayuda. Las grandes agencias de la ONU se comprometieron a desarrollar un nuevo marco de trabajo para avanzar hacia los objetivos de desarrollo sostenible. Sin embargo, estos deseos no cristalizaron, porque no hubo acuerdo sobre lo que significa avanzar conjuntamente. El tema sigue siendo polémico, sobre todo para los humanitarios "puristas", preocupados por la politización de la acción humanitaria, que lleva a fusionarse con los proyectos de desarrollo.
Reforma de la ONU: la rendición de cuentas. Uno de los mayores fracasos de la Cumbre ha sido que no se ha abordado en serio la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU o de las agencias de la ONU. Para algunos representantes de organizaciones humanitarias, éste fue el gran fracaso de la Cumbre: hay instituciones que no quieren que se hable de este tema. Para muchos, son las Agencias de la ONU las que siguen frenando la introducción de cambios sustanciales en la manera en que funcionan.
Traducción: Héctor Alonso
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