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Sábado, 07 de Marzo de 2015 20:49
Día Internacional de la Mujer: avances desiguales veinte años después de Beijing
María Ángeles Rodríguez Arenas
Licenciada en Medicina y Doctora en Salud Pública. Investigadora en la Escuela Nacional de Sanidad
En el año 2015 coinciden  grandes efemérides en la lucha por los derechos de las mujeres: se cumplen 40 años desde la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, de Naciones Unidas, que  propició algunos importantes hitos en esta lucha. El principal, la firma de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) en 1979.

Angeles Rodríguez Arenas



También se cumplen 20 años de la Declaración y creación de la Plataforma de Acción de Beijing, que fue ratificada por 189 países y que supuso el marco de actuación para lograr la igualdad de género. Las dos principales novedades introducidas en su documento final fueron el “empowerment” o el necesario empoderamiento de las mujeres para su avance, y el “mainstreaming", o transversalidad de las políticas de género. En el documento se defendió la necesidad de reestructurar la sociedad para potenciar la participación de las mujeres en todas las esferas de la vida social, económica y política y conseguir unas sociedades libres de violencia y discriminación.

Es mucho lo que se ha logrado desde entonces. Sin embargo, veinte años después, la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la mujer de Naciones Unidas reconoce que sigue habiendo grandes brechas de género en casi todas las esferas de la vida y que los gobiernos no han dirigido sus esfuerzos de forma suficiente y mantenida para el cumplimiento de los Acuerdos de Beijing.

En este año también acaba el plazo que la comunidad internacional se dio en el año 2000 para alcanzar los 8 Objetivos de la Declaración del Milenio, que incluían la promoción de la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer y la mejora de la salud materna. Tampoco en este caso los objetivos se han cumplido.

Por grandes sectores y a nivel global, se han producido progresos en salud y educación, no obstante las brechas de género en seguridad, liderazgo y participación económica se mantienen inaceptablemente grandes. Además, los logros alcanzados lo han sido de una forma muy desigual, manteniéndose los peores resultados en las zonas más  pobres del planeta.

Por otra parte, hemos tenido la oportunidad de ver cómo la crisis ha golpeado de forma desproporcionada a las mujeres y cómo muchos de los derechos que las mujeres habían alcanzado se han visto recortados como consecuencia de la misma.

Una de las mayores barreras para conseguir la igualdad de género es la violencia ejercida sobre las mujeres -una violencia estructural, porque no tiene que ver con los rasgos particulares de las personas que la sufren, sino con la forma cultural de entender las relaciones entre mujeres y hombres- y una violencia instrumental, ya que se usa como medida de dominación y control social, para mantener el poder masculino. La violencia es una violación flagrante de los derechos humanos. Anula la autonomía de la mujer y mina su potencial como persona y miembro de la sociedad. Además, por su magnitud y mortalidad se ha convertido en un grave problema de salud pública mundial de proporciones epidémicas.

La única forma eficaz de luchar contra la violencia es trabajar para conseguir la igualdad de género. Por tanto, es necesario abordar los factores económicos y socioculturales que la sustentan y cuestionar todas  las normas que refuerzan la autoridad y el control de los hombres sobre las mujeres, reformando leyes y promoviendo los derechos de las mujeres, para acabar con las desigualdades de género en el acceso, entre otros, a la propiedad, al empleo asalariado en la economía formal y a la enseñanza.

El empoderamiento de las mujeres contribuirá a aumentar su autonomía y su capacidad para gestionar su propia vida, lo que redundará en su salud, su economía y en el desarrollo de toda su comunidad.

Es mucho lo que queda por hacer. Celebrar lo conseguido, desde luego, pero sin bajar la guardia. La Plataforma de Acción de Beijing y la CEDAW siguen siendo necesarias y sus criterios deben ser incluidos y retomados en las nuevas agendas internacionales. La elaboración de la Agenda Post-2015 de Naciones Unidas es una magnífica oportunidad de avanzar en un nuevo modelo de desarrollo humano, incluyendo entre las prioridades para el desarrollo sostenible el compromiso por alcanzar la igualdad de género.



 


 
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