Jueves, 12 de Noviembre de 2015 09:49 |
Los afganos huyen en masa, pero Alemania cierra la puerta
Khalid creció en la pobreza en la provincia afgana de Logar. Siempre quiso ser médico, y su familia lo apoyó. Vendieron algunas tierras de cultivo y se sacrificaron para que su hijo pudiera ir a la facultad. En 2013 se licenció como médico, pero el caos en que se había convertido el país, con un sistema sanitario destruido, arruinó sus esperanzas de conseguir trabajo.
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Familia afgana en una fábrica abandonada, Sutobica, Serbia. Galería fotográfica
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Logró trabajar varios meses en una ONG, hasta que ésta se retiró del país. Desesperado, Khalid decidió marcharse de Afganistán, como muchos otros compatriotas. Su familia tuvo que pedir un préstamo para lograr los 7.000 dólares que le pidió un contrabandista para llevarle hasta Europa, a través de Irán y Turquía. Emprendió viaje a principios de octubre. Tres semanas más tarde regresó en un ataúd.
Khalid murió en un pueblo de Irán, cerca de la frontera con Turquía, al parecer por agotamiento y deshidratación después de un largo viaje a pie. Uno de los hombres que viajaban en el grupo con Khalid encontró un número de teléfono de la familia entre su ropa.
El número de afganos que hacen el viaje a Europa ha aumentado drásticamente en los últimos años, pero el viaje es muy peligroso. Abundan los informes sobre los ataques que sufren los viajeros por parte de bandidos cuando intentan cruzar Irán. La policía de fronteras iraní dispara a los que intentan atravesar la frontera. Los que consiguen sobrevivir al duro viaje y llegan a Europa, se están encontrando el rechazo, incluso de Alemania, el país hasta ahora más acogedor. La semana pasada el ministro de Interior alemán, Thomas de Maizière, anunció que su país iba a endurecer su política sobre el tratamiento de las solicitudes de asilo de los afganos. En sus declaraciones pidió a los afganos que reclaman asilo, muchos pertenecientes a las clases medias y profesionales, que permanezcan en su país para ayudar en su reconstrucción.
Sin embargo, la situación en Afganistán está empeorando. El presidente Ashraf Ghani, que asumió el poder hace un año, ha sido hasta ahora incapaz de frenar la corrupción o controlar gran parte del país. Envalentonados por la retirada de la mayoría de las tropas estadounidenses, los talibanes están resurgiendo 14 años después de haber sido expulsados de poder. El Estado Islámico, o ISIS, también ha estado haciendo incursiones, mientras que las milicias progubernamentales abusan y extorsionan a la población civil.
El número de víctimas civiles de la guerra este año v aa ser similar o incluso superior al registrado en 2014, según Naciones Unidas: 1.592 muertos y 3.329 heridos tan sólo en los seis primeros meses de 2015.
El número de personas que huyen del país ha aumentado conforme aumentaba la violencia. Afganistán ocupa el segundo lugar después de Siria en el número de personas que llegan a Europa a través del Mediterráneo, según la agencia de refugiados de la ONU, ACNUR. Los afganos suponen el 19 por ciento de los cerca de 800.000 inmigrantes y refugiados que han llegado por mar a Europa lo que va del año, lo que equivale a cerca de 150.648 personas.
En 2013, los países de la Unión Europea recibieron 22.580 solicitudes de asilo de afganos, según ACNUR. El año pasado esa cifra se elevó a 39.140. En los primeros nueve meses de este año, las solicitudes de asilo afganos a países de la UE se dispararon hasta 88.205, según ACNUR. El incremento fue particularmente pronunciado en la segunda mitad del año. Aunque la mayoría de los solicitantes de asilo afganos entran en Europa a través de Grecia, la mayoría se dirige a Alemania.
Alemania sobrepasada
Según datos oficiales alemanes, en lo que va de año han llegado a Alemania 82.817 afganos, 31.051 tan sólo en octubre. La tasa de aprobación de las solicitudes de asilo de los afganos es del 43 por ciento, pero las autoridades alemanas reconocen estar sobrepasadas por la demanda, por lo que se produce mucho retraso en el trámite de las solicitures de asilo. Alemania calcula que a final de año habrán recibido un millón de personas y empiezan a temer que no serán capaces de integrarlos.
Galería fotográfica
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