Yemen, una crisis humanitaria «de libro»

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La crisis de Yemen es lo que los humanitarios consideran “una crisis de libro”: se dan todas las circunstancias para que la situación se haya convertido en catastrófica: conflicto bélico, destrucción de infraestructuras básicas para la supervivencia (suministro de agua, suministro de alimentos y medicinas, suministro de energía, instalaciones médicas y hospitalarias) y desarrollo de una epidemia para cuyo control haría falta que funcionara todo lo anterior.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Incluso antes de la crisis actual, Yemen se enfrentaba a enormes niveles de necesidad humanitaria, con 15,9 millones de personas (61% de la población) que necesitaban algún tipo de ayuda humanitaria a finales de 2014. Estas necesidades eran consecuencia de años de pobreza, subdesarrollo, deterioro ambiental, conflictos intermitentes, débil estado de derecho y violaciones generalizadas de los derechos humanos.

Tras la agitación política que llevó a la renuncia del presidente Ali Abdullah Saleh a principios de 2012, se inició una transición política inestable, que llegó a la toma de la capital, Sana´a, a finales de 2014 por militantes Houti, una rama del Islam cercana al chiísmo. A finales de 2015 el presidente Abd Rabbuh Mansour Hadi, que se encontraba en arresto domiciliario, escapó a Aden.

En abril de 2016, según ha desvelado Global Leaks, se produjo un cruce de correos electrónicos entre varios altos funcionarios norteamericanos, en los que se revela el interés de que Arabia Saudí e Israel estrechen su relación con el objetivo de debilitar a Irán, el “enemigo común”, y el terreno para jugar el partido sea Yemen.

Dos años después de iniciado el conflicto, se sabe, gracias a la filtración de esos correos, que Arabia Saudí quiere dar por terminada una guerra que no está siendo beneficiosa para ellos, más allá de la excusa de acabar con los proiraníes houti, por no haberse logrado el objetivo de que Estados Unidos se implicara en serio contra Irán.

Hasta el momento, la guerra de Yemen se ha cobrado la vida de 10.000 personas. Más de 18 millones, las dos terceras partes de la población del país, necesitan ayuda humanitaria y más de siete millones sufren de desnutrición. A esto deben añadirse las penalidades derivadas de la reciente epidemia de cólera, que ha afectado a más de medio millón de personas y ha matado a 1.975 personas en apenas cuatro meses, según la Organización Mundial de la Salud.

Cada día se presentan 5.000 nuevos casos de la enfermedad que produce fuertes diarreas y deshidratación, en un país donde el sistema de salud está colapsado después de más de dos años de conflicto. El brote, que se ha propagado con una velocidad sin precedentes, comenzó a finales de abril, 10 días después de que el sistema de alcantarillado fallara en Sana’a. A principios de julio, se estima que cada día se diagnostican 7000 nuevos casos.
La enfermedad, que se contagia a partir de la ingesta de alimentos y agua contaminada con heces humanas, puede matar en cuestión de horas a una persona si no recibe atención médica. Ha sido erradicada casi por completo de los países desarrollados, equipados con sistemas sanitarios y de tratamiento de aguas, pero la devastadora guerra civil de Yemen ha dificultado los esfuerzos de las autoridades por abordar catástrofes como el cólera y la hambruna.

Millones de personas no tienen agua potable y la recogida de basura ha dejado de funcionar en las grandes ciudades. Además, el sistema sanitario está colapsando, dado que más de la mitad de los centros de salud están cerrados por los daños sufridos por el conflicto, al encontrarse destruidos o por la falta de fondos.

Además, la escasez de medicinas y suministros médicos es persistente y extendida y 30.000 trabajadores sanitarios no han recibido sus salarios en casi un año, según la OMS.

«Los trabajadores de la salud operan en condiciones imposibles. Miles de personas están enfermas pero no hay suficientes hospitales, suficientes medicinas, suficiente agua potable. Estos médicos y estas enfermeras son el pilar de la respuesta sanitaria, sin los que no podemos hacer nada en Yemen», aseguró en una nota el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Más del 99 % de las personas sospechosas de tener el cólera que han accedido a los servicios de salud sobrevive, destacó la OMS, que señaló no obstante que casi 15 millones de personas no reciben atención médica básica.

Las advertencias urgentes comenzaron en mayo cuando las agencias de ayuda pidieron una respuesta inmediata al creciente brote de cólera. A mediados de julio se notificaron más de 330.000 casos de cólera, con 1.700 muertes. La ONU lo ha denominado «el peor brote de cólera en el mundo en el contexto de la peor crisis humanitaria del mundo». La guerra, los salarios de los trabajadores no remunerados, un sistema de salud diezmado, las controversias en torno a la reserva de vacunas contra el cólera, y los lentos esfuerzos de financiación mundial han incidido en el agravamiento de la crisis. Los indicadores de salud preexistentes son desoladores y hay 400.000 niños gravemente desnutridos son particularmente vulnerables.
La única forma de remediar esta situación sería un inmediato alto el fuego.

Lo escandaloso es que existen medios para contener brotes de cólera en un tiempo razonable si se actúa tempranamente: hay vacuna y tratamientos de rehidratación.

La última crisis similar fue la sufrida en los campos de refugiados ruandeses de Goma (Este de Zaire), donde murieron 12.000 personas. A diferencia de lo que sucedió entonces, en el caso de Yemen, y por ello es más sangrante, se cuenta con información en directo de lo que está sucediendo, y a pesar de ello, no ha habido respuesta a la alerta temprana, que podía haber evitado centenares de muertes.

A mediados de junio, el Grupo Internacional de Coordinación sobre la provisión de vacunas anunció que enviaría a Yemen un millón de dosis de vacuna contra el cólera, un tercio de la cantidad solicitada por la OMS, pero aproximadamente la mitad de las existencias mundiales. Sin embargo, con la mitad de las dosis ya en ruta, los planes de vacunación se consideraron inútiles y se desecharon, alegando problemas de seguridad, en la distribución y en la administración.

Los fondos también son escasos. Antes de que comenzara el brote de cólera, la ONU estimó que se necesitarían 2.000 millones de dólares para prevenir una catástrofe humanitaria en Yemen. El Evento de Compromiso de Alto Nivel para la crisis humanitaria en Yemen, celebrado el 25 de abril en Ginebra, recaudó sólo 1.000 millones de dólares.

Nos encontramos en vísperas del Día Mundial de la Ayuda Humanitaria (19 de agosto), y Yemen debe ser una de las prioridades de todas las instituciones y gobiernos que actúan y tienen responsabilidad en la salud mundial.

Yemen está sufriendo la peor epidemia de cólera de la Historia, y los responsables tienen nombre y apellidos: son las partes involucradas en el conflicto y sus aliados. Deberían ser juzgados algún día.

A corto plazo, se necesita ayuda humanitaria adicional, inmediata y sin obstáculos para salvar las vidas de los que sufren de cólera en Yemen. A largo plazo, sin embargo, la garantía de la salud del pueblo yemení requerirá una paz duradera. Hasta el momento, las partes en conflicto no muestran signos de retroceso. Pero sin la paz, otra crisis devastadora podría sumarse al sufrimiento de la población yemenita, debilitada y sin capacidad de respuesta. Si fuera así, podríamos asistir, en directo y con las manos cruzadas, a la desaparición de un país.

Pilar Estébanez es Doctora en Medicina y presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria

5 COMENTARIOS

  1. Hasta cuando vamos a permitir que una epidemia de Cólera afecte a 330.000 personas y produzca la muerte de 1.700 de ellas, pudiendo atajarlas de inmediato.
    Evitar esa enfermedad y esas muertes ha de ser un objetivo solidario y prioritario para el conjunto de la civilización.

  2. Yo ya no pido que los periodistas tengan un mínimo de nivel, he asumido la realidad.
    Pero estoy harto de escuchar y leer el adjetivo ·humanitario/a» asociado a «crisis, catástrofe,» etc.

    «Humanitario» significa «Que se preocupa por el bienestar del género humano».

    Por tanto, hay que hablar de «crisis humana, catástrofe humana», etc., etc.

    Qué cansancio de periodistas.

  3. Efectivamente, la inclusión en Arabia Saudí es uno de los objetivos e intereses del mayor país de la península arábiga.
    Y de sumo interes también el apunte claro de intereses espurios por parte de potencias extranjeras en la génesis de la crisis y la demanda de responsabilidades penales para las mismas.
    No se sostiene el seguir lavando en precario, las consecuencias de genocidios, con ayuda humanitaria sin denunciar a los instigadores de los conflictos.

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