Viviendo con la amenaza del cambio climático

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Los niños de las islas del Pacífico viven con terror la amenaza de los desastres climáticos

Lin Taylor/Thomson Reuters Foundation

Cada vez que el adolescente Freddy Sei escucha el retumbar de un trueno, ve caer la lluvia en el pequeño pueblo costero donde vive, o siente los fuertes vientos que agitan las palmeras, le asalta el miedo.

Este chico de 15 años vive en Vanuatu, una nación insular del Pacífico que hace dos años fue devastada por el monstruoso ciclón Pam. Su pueblo quedó arrasado, con las cabañas arrancadas por el vendaval, seguido por las inundaciones que cubrieron los restos.

Desde entonces tiene miedo y pesadillas, en las que el pueblo se inunda de noche y el agua le arrastra lejos de su casa. “Es mi mayor temor”, dice. En su pueblo aislado viven 200  personas, muy vulnerables a las inundaciones, deslizamientos de tierra y mareas cada vez más altas.

Después de una serie de desastres naturales encadenados en las islas del Pacífico, que apenas sobresalen del nivel del mar, los niños están afectados por traumas duraderos, según expertos de la Asociación Americana de Psicología (APA), que consideran esta situación una “bomba de relojería”. La depresión, la ansiedad y el suicidio por trastorno de estrés postraumático (TEPT) tienden a aumentar después de un desastre natural, según un informe publicado en marzo por la APA.

Las personas que sobreviven a múltiples castástrofes, como las que viven en áreas propensas a desastres, es probable que experimenten traumas severos, depresión y otros problemas de salud mental, dijo la APA.

Los niños, más vulnerables

«Después de los eventos desastrosos relacionados con el clima los niños demuestran una angustia más severa que los adultos. De forma similar a las experiencias físicas, las experiencias mentales traumáticas pueden tener efectos para toda la vida» e incluso perjudican el desarrollo intelectual, dice el informe.

A medida que el cambio climático agrava la frecuencia y severidad de los desastres naturales, los problemas de salud mental van a empeorar para los niños, dice la experta Sisilia Siga, de la organización Empower Pacific, que lleva a cabo programas de salud mental en Fiji.  “Si el cambio climático continúa, todo va a empeorar, especialmente para los niños, ya que tienen más dificultades para manejar todas las situaciones que están viviendo”.  Siga trató a los habitantes de las aldeas costeras afectadas por el ciclón Wilson el pasado año, la peor tormenta registrada jamás en el hemisferio sur y que sólo en Fiji mató a 43 personas y dejó a decenas de miles sin hogar.

Muchos de los niños a los que ha tratado tienen traumas que les impiden, por ejemplo, nadar. O que tienen ataques de pánico cuando se levanta el viento o la marea sube mucho.

Uno de los problemas psicológicos a los que se enfrentan los niños tras un desastre de este tipo es que los padres no pueden atenderles ni apoyarles, demasiado ocupados en encontrar comida o refugio, por lo que los niños tienen que enfrentarse solos a sus propios temores, por lo que aumenta su vulnerabilidad. Muchos crecerán sin saber lidiar con estas emociones traumáticas y serán más susceptibles ante situaciones estresantes, lo que puede llevar a violencia, depresión, consumo de drogas o incluso suicidio.

Algunos expertos creen que formar a los aldeanos de las zonas vulnerables en primeros auxilios psicológicos que ayudaran a detectar primeros síntomas de depresión o ansiedad podría ayudar a aumentar la resiliencia.

Mientras tanto Freddy, que vive en una pequeña comunidad sólo accesible por barco, tiene como máxima preocupación sobrevivir a la próxima inundación o ciclón. Ese es su mayor temor.

 

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