Reportaje: los niños soldado

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Niño soldado, por Save the Children

Reportaje
Luchando por los derechos de los niños y niñas soldado

En abril de 2011 Naciones Unidas incluyó una lista en su informe anual sobre niños y conflictos armados con decenas de grupos armados que reclutan o utilizan niños. Este intento de «nombrar y avergonzar» a los países tiene un efecto muy limitado, sin embargo.
«A pesar de algunos ejemplos de avances, el panorama sigue siendo esencialmente el mismo: el reclutamiento y la utilización de niños y niñas por grupos armados sigue siendo generalizada”, según el último informe de la Coalición para Acabar con la Utilización de Niños Soldados (2008).

Otro problema agravado es el de las niñas, reclutadas o secuestradas para realizar trabajos forzados o como esclavas sexuales. La edad tampoco es un impedimento: las FARC (Colombia) anunciaron que reclutarían a todos los niños mayores de ocho años. Las FARC llegaron a utilizar a un niño cargado de explosivos para atacar una comisaría.

Desamparados

«Muchos niños tienen pocas alternativas para no unirse uniéndose a los grupos armados», señala el informe de la Coalición de 2008, que cita la pobreza, la discriminación, la falta de acceso a la educación, y las limitadas perspectivas de empleo como algunos de los factores que impulsan a los menores a unirse a grupos armados.

No todos los niños asociados con fuerzas armadas son utilizados como combatientes. En ocasiones los utilizan en puestos de vigilancia, como exploradores, recaderos, como cocineros o para labores de limpieza.

Ataques suicidas

Hay niños que son usados para transportar explosivos entre Afganistán y Pakistán, o para llevar a cabo operaciones militares en la República Democrática del Congo, Filipinas, Myanmar y Somalia; para llevar a cabo ataques incendiarios y cobrar rescates por secuestro en Haití, o como terroristas suicidas en Irak, Pakistán y Afganistán.
En Palestina visten a bebés y niños pequeños con trajes y explosivos simulados. Aunque no les usan para ello, su destino se inclina hacia actos similares cuando crezcan.

Las leyes no se aplican

Existen diversos instrumentos legales en materia de derechos humanos, derecho humanitario, derecho laboral y derecho penal que prohíben el reclutamiento y la utilización de niños para el combate, pero existe un abismo entre estas normas y su aplicación. La falta de mecanismos de aplicación es una causa para que se continúe con una relativa impunidad.

Aunque los niños soldados son utilizados en todo el mundo, la mayoría están en África, a pesar de la Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar de la Infancia de 1999, el único tratado regional en el mundo que prohíbe el uso de niños soldados.

La mayoría de los observadores coinciden en que la práctica continúa, porque los niños son baratos y obedientes, asustadizos o se les lava el cerebro para que cumplan con las órdenes. La accesibilidad de las armas ligeras también ha alimentado en el problema, haciendo posible que los niños muy pequeños puedan acceder al uso de armas.

En cualquier país que haya un conflicto armado activo el hambre es un arma para reclutar menores. Pero todos coinciden en que la razón más obvia de por qué los grupos armados reclutan niños es porque pueden. Los niños que han sido desplazados o separados de sus padres, tienen un acceso limitado a la educación, o que han sufrido una injusticia o abuso emocional, son más vulnerables al reclutamiento, según UNICEF.

Entre otras cosas, la protección consiste en hacer frente a estas vulnerabilidades, proporcionando apoyo a las familias y a las comunidades: extender el acceso a la educación, a la formación profesional y reactivar la agricultura son buenos mecanismos, según la ONU, para ofrecer oportunidades económicas a las familias.

Lograr la desmovilización, la reintegración y la rehabilitación de los niños que ya han participado en los conflictos armados es tan difícil como la protección. Los niños que tienen la oportunidad de una transición exitosa a la vida civil son menos propensos a continuar con una vida ligada a las armas. Sin embargo, la inestabilidad en el entorno post-conflicto puede poner a los niños en grave riesgo de ser reclutados e impedir su reinserción.

Los efectos en los niños

Los niños soldados son víctimas de la explotación, malos tratos y abusos sexuales. A menudo son forzados a cometer atrocidades terribles, y golpeados o asesinados si tratan de escapar. Están sometidos a la iniciación brutal, a castigos y rituales, a regímenes de trabajo duro y tortura. Muchos reciben drogas o alcohol para romper las barreras psicológicas y estimularles a luchar o cometer atrocidades.

Algunos cuentan que han sido obligados a presenciar o cometer atrocidades, incluida la violación y el asesinato. Otros han visto cómo asesinaban a familiares o amigos. Susan, de 16 años, cuenta las brutalidades presenciadas durante su estancia con el Ejército de Resistencia del Señor (LRA), en el norte de Uganda:

«Un muchacho de mi aldea intentó escapar pero fue capturado. Le ataron las manos y nos hicieron matarle con un palo. Me negué a hacerlo y me dijeron que me iban a disparar. Me apuntaron, así que tuve que hacerlo. Sueño con él”.

Estos grupos han desarrollado técnicas brutales y sofisticadas para separar y aislar a los niños de sus comunidades. Los niños son a menudo aterrorizados para que obedezcan, haciéndoles temer constantemente por sus vidas, dice el informe de la ONU. «A veces se ven obligados a participar en el asesinato de otros niños o miembros de la familia, para impedirles que puedan regresar a sus casas después de haber cometido tales delitos».

Muchos niños soldados tienen graves secuelas cuando son desmovilizados. Otros, que tenían altos rangos y fueron temidos y respetados por los demás niños, tienen dificultades para volver a las aulas o a su casa. Por esa razón UNICEF cree que para tener éxito no sólo hay que eliminar las armas, sino trabajar con su entorno: familia y comunidad además de proporcionar atención psico-social.

En Burundi 3.421 ex niños soldados pasaron por un programa de desmovilización, desarme y reintegración (DDR), pero pocos regresaron a la escuela, pero la mayoría languidecen en la pobreza.

Más difícil para las niñas

Las niñas, especialmente las huérfanas, son especialmente vulnerables porque a menudo son explotadas sexualmente, violadas o maltratadas, u obligadas a ser «esposas» de otros combatientes, lo que puede provocar traumas físicos y psicológicos, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual (incluido VIH/SIDA) y la estigmatización social.

Las niñas son utilizadas principalmente por los grupos de oposición armados, los paramilitares y las milicias, pero también por las fuerzas del gobierno, según informes de la ONU. Las estimaciones sugieren que todo el mundo las niñas pueden representar entre un 10% y un 30% de los niños en las fuerzas combatientes.

Las niñas desmovilizadas son a menudo estigmatizadas y condenadas al ostracismo por sus comunidades, sobre todo si regresan con hijos. Las niñas soldados son explotadas igual que los niños pero hay que añadir, a su explotación, la violencia de género.

Las niñas, además, son excluidas de los programas de desmovilización oficial, que incluyen la repatriación, el reasentamiento o la reintegración, a pesar de su problemática especial.

Por ejemplo, el Liberia fueron desmovilizadas unas 3.000 niñas soldado, mientras que otras 8.000 fueron excluidas o no quedaron registradas. En la República Democrática del Congo se calcula que sólo el 15 por ciento de las chicas involucradas en el conflicto fueron desmovilizadas oficialmente. Para las chicas que no pasan por los programas oficiales, no hay apoyo oficial.

Un alto precio

El reclutamiento militar no sólo es perjudicial para los propios niños, sino para la sociedad en su conjunto. Supone años de escolarización perdidos, lo que reduce el potencial de las sociedades. El sistema educativo se ve dañado, además, por la destrucción de escuelas. La ONU informó en 2010 que este tipo de ataques se están convirtiendo en un hecho significativo, y en alza.

Las tensiones también puede ser alto entre los niños que regresan de combate y los que se quedaron, sobre todo cuando el apoyo social y los programas de reinserción están dirigidas a los ex combatientes, que parece recompensar la participación en la violencia.

Aunque los niños soldados han cometido y siguen cometiendo algunos crímenes terribles en tiempos de guerra, que todavía tiene derecho, como niños que son, a una protección especial.

No existe un consenso internacional sobre la edad legal mínima de responsabilidad penal. El Tribunal Penal Internacional, en su artículo 26, impide el enjuiciamiento de personas menores de 18 años, pero no porque crea que los niños deberían estar exentos de la persecución de crímenes internacionales, sino porque la decisión sobre si se debe procesar o no a un menor de 18 años debe corresponder a los Estados.

Lo que está claro es que cuando los niños han sido utilizados como instrumento de brutalidad y barbarie la sociedad entera debe participar en su rehabilitación y reintegración, porque es la sociedad entera la que es responsable.

Progreso

Durante la pasada década se percibió un compromiso firme para acabar con el uso y abuso de niños en los conflictos, y para establecer un marco reforzado de protección de menores que implique llevar a los que fomentan esta práctica ante la justicia.

En 2010, 129 países habían firmado el Protocolo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados, y 143 lo habían ratificado. Este protocolo obliga a los Estados a garantizar que los miembros de sus fuerzas armadas menores de 18 años no participen directamente en el combate, eleva la edad mínima para el alistamiento voluntario en las fuerzas armadas a los 16 años e incluye medidas específicas, como una prueba que demuestre el deseo de alistarse.

El Consejo de Seguridad aprobó las resoluciones 1539, 2004, 1612 en 2005 y 1882, en 2009, que en conjunto crean un grupo de trabajo y un mecanismo de seguimiento y elaboración de informes para monitorear sistemáticamente, documentar e informar sobre el reclutamiento, el secuestro, asesinato o la mutilación de niños, violación y violencia sexual, ataques contra escuelas y hospitales, y la denegación de acceso humanitario. También se ha elaborado una lista de grupos, gobiernos o contendientes que reclutan o utilizan niños soldados, que ha tenido cierta eficacia: en los últimos dos años, cinco grupos armados han iniciado acciones para ser borrados de esa lista.

Sin embargo, la brecha entre lo que los gobiernos dicen y lo que hacen sigue siendo grande, dice el informe de 2008. A veces la ONU tiene dificultades para obtener información. Por ejemplo, aunque Costa de Marfil no está entre los países vigilados, informes de ONGs como Save the Children denuncian que hay niños de diez u once años formando parte de grupos armados.

De las 12 personas acusadas de crímenes internacionales por el Tribunal Penal de la Haya, siete han sido acusados de crímenes de guerra contra los niños, por su utilización como niños soldados: los líderes del Ejército de Resistencia del Señor (Joseph Kony, Vicente Otti  -ya fallecido- y Odhiambo Okot). También ha sido acusado  Thomas Lubanga Dyilo, líder de la milicia de la República Democrática del Congo, que está siendo juzgado por el reclutamiento de niños menores de 15 años. El Tribunal Penal Internacional también mantiene casos abiertos contra varios comandantes de la República Democrática del Congo.

El Tribunal Especial para Sierra Leona casi ha finalizado el proceso contra Charles Taylor (Liberia) por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, incluido el reclutamiento o alistamiento de niños en fuerzas o grupos armados y su utilización para participar activamente en las hostilidades. El juicio de un ex presidente es un fuerte mensaje al mundo que incluso los líderes de las naciones no están fuera del alcance del derecho internacional cuando se trata de proteger los derechos de los niños.

Traducido por ActualidadHumanitaria.com

 

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