Las dificultades de los sirios en Turquía

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Las dificultades de los sirios en Turquía: subempleo y falta de derechos
Un reportaje de IRIN
El acuerdo UE-Turquía firmado para poner fin a la crisis de la migración no sólo tiene como objetivo hacer de Europa un destino mucho menos atractivo -con amenazas de detención y deportación de todos los recién llegados en barco a Grecia- sino que también pretende mejorar las condiciones de vida para los 2,7 millones de refugiados sirios que viven en el país. Uno de los principales factores que impulsan a los sirios a abandonar la vida en Turquía y pasar a Europa ha sido la renuencia de Ankara para levantar barreras al mercado de trabajo formal. El anuncio hecho en enero de que se permitiría a los sirios solicitar permisos de trabajo -con una serie de restricciones- aumentó las esperanzas de que mejoraría la vida de los muchos refugiados que dependen de la ayuda o trabajan en la economía informal cobrado bajos salarios.

Pero la nueva normativa aún no se han implementado por completo y es sumamente compleja y costosa. Los refugiados no sirios (procedentes de Irak o Afganistán, principalmente), que representan aproximadamente el 50 por ciento de los que llegan a Grecia, aún carecen de derecho al trabajo en Turquía. Pero con la normativa actual, incluso los sirios tienen dificultad para cumplir los requisitos para obtener permiso de trabajo. Y aunque lo consigan, carecen de muchos otros derechos.

Con buena formación y años de experiencia en varios países, Ali al-Ahmed encontró trabajo en una pequeña empresa de marketing en uno de los suburbios más ricos de Estambul a los pocos meses de su llegada a Turquía desde Damasco a principios de 2016. En la empresa contrataron a otros tres sirios más, y todos cobran mucho menos de lo que deberían cobrar por su trabajo. Su jefe intentó durante varios meses conseguir los permisos de trabajo, amparado por la nueva ley, pero finalmente se rindió por las complicaciones y los costes. Al-Ahmed ha acabado aceptando la situación porque no tiene alternativa. «No queremos ser refugiados en Europa. No queremos perder dos o tres años esperando sin saber siquiera qué será de nosotros, o si nos expulsarán. Nosotros queremos seguir con nuestras vidas y nuestras profesiones».

Continúan las restricciones

En 2014, Turquía aprobó una ley que proporciona una protección limitada y temporal a sirios y otros refugiados. Sobre el papel, al menos, los sirios que se registraron en Turquía podrían acceder a los servicios de salud y enviar a sus hijos a las escuelas públicas. Pero sólo podían solicitar un permiso de trabajo si habían entrado en el país usando un visado válido, algo que no poseen la mayor parte de los sirios que cruzaron la frontera.

Hasta mediados de enero de este año, tan sólo 7.200 sirios habían sido capaces de obtener permisos de trabajo, según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Aún no hay datos sobre los permisos tramitados desde qu entró en vigor el acuerdo firmado con la UE.

La nueva ley elimina el requisito de que los sirios deben haber llegado al país con un visado válido, pero permanecen otras restricciones: deben esperar seis meses después de haberse registrado como refugiado antes de poder optar a un permiso de trabajo, permanecer en el distrito donde se registraron y encontrar una empresa que quiera contratarles y hacer la solicitud en su nombre. El coste de los trámites puede rondar los 1.000 dólares.

Ciudadanos de segunda clase

Los obstáculos para que los sirios puedan integrarse en el sistema laboral van más allá de la complicada burocracia. Muhammad al-Garbi, un desarrollador de software sirio, titulado universitario y con años de experiencia laboral que llegó a Turquía en 2013, cuenta que aunque seas un experto en tu campo, no te tratan como a tal, sino como a un refugiado. Él dedicó seis meses a aprender de manera intensiva turco, que ahora habla con fluidez. A pesar de su experiencia laboral y cualificación, sigue cobrando menos que sus compañeros turcos. A otros colegas suyos, también sirios, ni siquiera les pagan. En octubre de 2015, al-Garbi había decidido marcharse a Grecia en barco, pero su madre, todavía en Siria, le convenció para que no lo hiciera. Ahora, gracias a la nueva ley, tiene esperanzas de que su jefe tramite de nuevo el permiso de trabajo.

Sin embargo, es posible que a muchos empleadores no les interese: si tienes permiso de trabajo, deben pagarte como a los demás, y puedes demandar en los tribunales.

El daño a la economía

Antes de la guerra, Siria tenía uno de los mejores sistemas de educación superior en la región. De hecho, la formación en áreas como la Ingeniería o las Ciencias, es superior a la turca, por lo que en teoría los sirios licenciados en esas materias deberían ser bien recibidos. El problema es que la contratación al margen de las leyes laborales está haciendo que los salarios bajen, al igual que las condiciones laborales, algo que también están sufriendo los trabajadores turcos, según datos de la Organización Internacional del Trabajo.

Muchos sirios, ante la imposibilidad de lograr un trabajo de forma legal, han optado por montar sus propios negocios. Por ejemplo, Ahmed al-Mulli, experto sistemas de información, que ha montado un pequeño y animado restaurante de comida siria en el barrio de Beyoglu, una popular zona turística de Estambul. Le está empezando a ir bien. A pesar de que tiene un hermano en Alemania, dice que no piensa intentar el viaje por las dificultades para hacerlo de forma legal.

Traducido por Héctor Alonso

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