La violencia contra las mujeres en crisis humanitarias

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Jornada Violencia contra las mujeres en crisis humanitarias

La Sociedad Española de Medicina Humanitaria (SEMHU) celebró el pasado día 5 la Jornada de Debate La violencia contra las mujeres en crisis humanitarias, en la que participaron reconocidos expertos en cooperación y en género y durante la cual se analizó este fenómeno y las causas que lo provocan, en el marco de las crisis humanitarias. La mujer, en las crisis humanitarias, ya sean provocadas éstas por conflictos bélicos, por catástrofes naturales, o por epidemias, es víctima de la discriminación y la violencia y constituye un colectivo especialmente vulnerable, como destacaron todos los participantes.

Ana Isabel Carreras, profesora de Derecho Internacional Público abrió el debate con la ponencia «La violencia sexual como violencia de género en el contexto internacional. El tratamiento en los Tribunales Penales Internacionales». Carreras trazó una panorámica histórica sobre la violencia contra las mujeres y el proceso de toma de conciencia por parte del Derecho Internacional hasta considerar esa violencia -«dirigida específica y desproporcionadamente contra las mujeres»- como un crimen contra la Humanidad. Hasta el momento en que se crearon los Tribunales Penales internacionales (Ruanda y Antigua Yugoslavia) para juzgar los crímenes cometidos durante ambos conflictos, «las violaciones de mujeres cometidas durante esas guerras se trataban como parte de las violaciones del derecho internacional. Sin embargo, son delitos no individuales, sino planificados y dirigidos a hacer daño a las mujeres como arma de guerra». Actualmente, la violación en conflictos se considera persecución por razón de género y crimen contra la Humanidad, por lo cual, explicó, es motivo para que una mujer pueda ser considerada como refugiada.

Alberto Fernández Liria, psiquiatra que coordinó los programas de Salud Mental de Médicos del Mundo en Mostar (Bosnia) durante la guerra de Yugoslavia, narró su experiencia durante el conflicto y explicó que la guerra tiene como objeto «destruir el sistema de significados y la estructura de una sociedad», y la violación es uno de los instrumentos para lograrlo. En Mostar las autoridades sólo dejaron trabajar a su equipo con mujeres y mutilados de guerra y lo que encontró fue violencia de género. Su trabajo se centró entonces en tratar de reconstruir la sociedad para que recuperara su identidad.

Paloma Favero, coordinadora Jurídica de CEAR (Comisión Española de Ayuda a los Refugiados), habló de «Las situaciones de riesgo de las mujeres refugiadas en España” y explicó que, a pesar de que en 2009 se incluyó en la legislación española la protección para la persecución de género, hay grandes dificultades para gestionar en frontera las solicitudes de mujeres que acaban de llegar a nuestro país y tratan de acogerse al asilo denunciando violencia de género. Como ejemplo contó el caso de una mujer que alegó violencia de género y que tenía cicatrices y heridas de latigazos en el torso. Fue enviada a un centro hospitalario y devuelta con un informe médico que no fue considerado válido por las autoridades por no ser pericial. Para que hubiera sido considerado válido tendría que haber sido hecho por un perito médico e incluir consideraciones como que esa persona no «podía viajar» y así permanecer en España. Sin embargo, en un hospital sólo pueden hacer informes médicos, sin consideraciones de ese tipo o sobre el origen y la causa de las heridas. Por ello expresó la necesidad de que se cuente con peritos para poder brindar a las mujeres que solicitan asilo por este tipo de causas todo el apoyo jurídico necesario.

La siguiente intervención estuvo a cargo de Feli Ibáñez, la Red Internacional de Médicos del Mundo y especialista en Salud en la Mujer en programas de Cooperación. Ibáñez narró su experiencia como cooperante y reconoció los avances hechos en los últimos años en la acción humanitaria respecto de las mujeres. «Hace 20 años no se incluían programas de salud sexual y reproductiva en los primeros momentos de la intervención en emergencias. Ahora se incluyen, de forma sistemática desde el primer momento». Ibáñez explicó el trabajo de Médicos del Mundo en Grecia, en los campos de refugiados, donde refieren a los pacientes a los centros hospitalarios y luego les dan seguimiento, porque la mayoría no habla el idioma o no conocen sus derechos».

La última intervención fue a cargo de Amal Hussein, miembro de la organización Save a girl, save a generation, una organización no gubernamental que lucha contra la ablación femenina, la explotación de menores, el matrimonio forzado y contra cualquier forma de maltrato a la mujer. Amal Hussein, de origen somalí, narró la experiencia de las mujeres de su familia, en Somalia, cuando se rebelaron contra la mutilación genital en contra de sus propios familiares y de la sociedad, que las iba a considerar «impuras» y que tendrían dificultades para formar una familia. Amal vive ahora en España y trabaja para concienciar a las sociedades que aún practican la ablación. «La mutilación genital es una forma de reducir a las mujeres, y no hacerlo tiene consecuencias sociales: marginación, estigmatización». Amal consideró como muy positivo que cincuenta países africanos hayan prohibido la ablación, pero concluyo con que eso no es suficiente ni elimina la práctica. «Ahora se hace a escondidas y si algo sale mal no se pueden ir a un hospital porque hay pena de prisión». Para Amal, la lucha contra este tipo de violencia contra las mujeres es un trabajo de toda la sociedad, «es un trabajo de concienciación».

Después de las ponencias, los invitados de la fila 1 hicieron sus intervenciones. La periodista Montserrat Boix, con una larga trayectoria en defensa de la igualdad de género, recordó «que si hoy estamos hablando de la violencia de género es en buena parte gracias a las organizaciones feministas, que lucharon por ello». Puso el ejemplo de Amnistía Internacional, organización que hasta hace pocos años no consideraba la violencia de género como parte de su ámbito de trabajo».

Julia del Amo, investigadora y especialista en VIH, explicó en su intervención la relación entre el VIH y la violencia contra las mujeres, cuando éstas, además, no tienen el control -o no se las permite tenerlo- de su salud. También recordó que en muchos países de Europa -entre ellos los países nórdicos, que son los que tienen estándares de salud más altos- las mujeres que llegan como refugiadas y no tienen papeles no tienen acceso a tratamientos para el VIH. En España no hay un criterio común porque cada Comunidad Autónoma tiene su propia política en este tema.

Carlos Olalla, actor y activista contra los CIE (Centros de Internamiento de Extranjeros) recordó que en nuestra propia sociedad hay violencia de género y violencia contra los migrantes en los CIE, donde se incumplen los derechos humanos de forma sistemática.

Manuel Díaz Olalla, médico con una extensa trayectoria en intervenciones de emergencia en conflictos o catástrofes, relacionó los dos conflictos internétnicos que dieron lugar a los dos Tribunales Penales Internacionales -Ruanda y Yugoslavia- y en los que se practicó la violación como arma de guerra, y explicó que en ambos conflictos se siguió un proceso similar para romper la convivencia y destruir al enemigo: «Somos diferentes, somos los buenos y ellos los malos, ellos tienen la culpa».

Por último, Ángeles Rodríguez Arenas, médica e investigadora del Área de Género de la Escuela Nacional de Sanidad, afirmó que las guerras y los conflictos afectan de forma diferente a los hombres y a las mujeres y eso tiene que ver con la igualdad, o con la falta de ella. «Las ONG deberían centrar su actividad en la lucha por la igualdad, reforzar el papel de las mujeres». Rodríguez Arenas recordó que han pasado 20 años desde Beijing y    que allí se dieron las claves: empoderamiento de las mujeres y transversalidad de las políticas de género. Hay que cambiar las leyes, pero hay que cambiar más cosas: favorecer la igualdad y la paridad».

 

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