La difícil situación de los refugiados no sirios en Turquía

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Familia de refugiados afganos en Turquía
Familia de refugiados afganos en Turquía

Turquía se ha convertido en el país del mundo donde viven más refugiados: 2,8 millones son sirios y otros 290.000 proceden de otros países, la mayoría de Afganistán, Irak e Irán. Desde que comenzó la guerra de Siria, y, posteriormente, tras el acuerdo firmado con la Unión Europea, los sirios han logrado en Turquía una situación estable: tienen acceso a la educación, al empleo e incluso a la ciudadanía. Han logrado una cierta integración en la sociedad. Sin embargo, no sucede lo mismo con los refugiados procedentes de Afganistán, Irak e Irán.

A diferencia de los sirios, Turquía clasifica a los refugiados de otras procedencias como «refugiados condicionados», lo que les permite permanecer en Turquía sólo temporalmente y les impone restricciones más severas. Esto incluye restricciones en sus movimientos y acceso al trabajo y les deja una mayor incertidumbre sobre su futuro. Entre los «refugiados condicionados» hay muchos que se enfrentan a vulnerabilidades particulares, como las personas LGBT, las familias monoparentales, las víctimas de la violencia sexual o de género, lasl minorías religiosas o los refugiados de países africanos. Todos estos colectivos quedan fuera de los sistemas de asilo turcos y carecen de protección.

Por esta razón la organización Refugees International, una ONG de defensa de los refugiados, ha elaborado un documento en el que se pide al gobierno turco que atienda a las necesidades específicas de los refugiados y solicitantes de asilo no sirios. Para ello Turquía debería cumplir la Convención sobre Refugiados de 1951, por la que se obliga al país receptor que todos los refugiados, sea cual sea su origen, puedan beneficiarse de los derechos incluidos en la Convención, incluyendo el derecho al trabajo, a la libre circulación, a la asistencia sanitaria, a la educación o al acceso de vivienda, y a las medidas destinadas a facilitar la integración en la sociedad, como la enseñanza del idioma o la orientación y apoyo administrativo.

El documento, sin embargo, también critica a ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y le pide que trabaje también por los refugiados no sirios en Turquía ofreciéndoles todos los recursos a los que estaría obligada. Y la Unión Europea debería, según esta organización, dejar de enviar a los solicitantes de asilo a Turquía en virtud de la declaración UE-Turquía de 18 de marzo de 2016, además de asegurar que los programas de asistencia humanitaria financiados por la UE en Turquía beneficien efectivamente a los refugiados y solicitantes de asilo procedentes de todos los países, no sólo de Siria.

 

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