Daniel López Acuña

Derechos Humanos, necesidades humanitarias y libertades conculcadas

Derechos Humanos, necesidades humanitarias y libertades conculcadas
Daniel López-Acuña
Esta semana coinciden tres acontecimientos y conmemoraciones que vale la pena resaltar y comentar. El lunes 7 de diciembre se dio a conocer en Ginebra, Suiza, el Llamamiento Humanitario Mundial para el año 2016, que ha planteado que más de 125 millones de personas en el mundo necesitan de la asistencia humanitaria. El miércoles 9 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Defensoras de los Derechos Humanos. Y por último, pero no menos importante, el jueves 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos. Hay vasos comunicantes entre los tres, se conectan en lo profundo y existe un hilo conductor, a veces imperceptible, que los aproxima y los enlaza.

Daniel López-Acuña

El lunes 7  de diciembre fue anunciado el Llamamiento Humanitario Mundial, que es la culminación de un esfuerzo mundial de evaluación de las necesidades humanitarias y de  definición de estrategias y planes de acción para enfrentarlas. Es un proceso  de diagnóstico y planificación de intervenciones llevado a cabo por cientos de organizaciones humanitarias que proveen alimentos, techo y cobijo, salud, protección, educación de emergencia y otras formas de asistencia básica  a personas que están atrapadas por conflictos o huyen de ellos y a los habitantes de regiones afectadas por desastres naturales en treinta y siete países del orbe.

El llamamiento plantea que si bien hay 125 millones de personas en el mundo que requieren asistencia humanitaria, se ha podido estructurar una acción colectiva coordinada para dar respuesta urgente sólo a los 87.6 millones más marginalizados y vulnerables. Para ello se ha estimado que se requieren 20.1 mil millones de dólares. Las cifras han ido creciendo vertiginosamente, ya que hace un año exactamente, al dar a conocer el Llamamiento Humanitario Mundial para el 2015, el esfuerzo que se planteaba abarcaba acciones para 57 millones de personas y los fondos requeridos eran de 16.4 mil millones de dolares. Para tener una idea del crecimiento exponencial que han experimentado las necesidades humanitarias, una década atrás, en 2005, en el año del Tsunami, el volumen de fondos que se planteaba como necesario era cinco veces menor, es decir de alrededor de 4 mil millones de dolares. Por si fuera poco, durante 2015 las organizaciones humanitarias solo recibieron el 49 por ciento de los recursos que habían planteado al inicio del año como necesarios para su acción generándose un hueco de financiamiento de 10.2 mil millones de dolares. A todas luces la  capacidad de respuesta humanitaria internacional está siendo ampliamente desbordada.

El Subsecretario General de la ONU para Asuntos Humanitarios, Stephen O’Brien, planteó al inicio de la semana que “el sufrimiento en el mundo ha alcanzado niveles no vistos en una generación. Los conflictos y los desastres han llevado  a millones de niños, mujeres y hombres al borde de la sobrevivencia. Necesitan desesperadamente nuestra ayuda”.
Cabe resaltar que los conflictos en Siria, Irak, Sudan del Sur, Yemen, la República Centroafricana y Nigeria seguirán siendo en 2016 los grandes generadores de necesidades humanitarias prolongadas y continuaran dando lugar a desplazamientos forzados tanto al interior de los países como a través de las fronteras cercanas e incluso distantes. Es importante no perder de vista que el número de personas que en el mundo se han visto ante la necesidad de abandonar sus casas y sus territorios habituales ha alcanzado la cifra de 60 millones, el nivel más alto que se haya visto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, señaló el pasado lunes 7 al darse a conocer el Llamamiento Humanitario Mundial que “los movimientos masivos de personas, sean refugiados o personas que huyen dentro de sus propios países, se ha convertido en la nueva realidad definitoria del siglo veintiuno. El sistema humanitario internacional es a menudo la única red de protección que existe para la gente que huye de las guerras. Tiene por tanto que ser  financiada en una escala que  sea realista y se corresponda con los enormes desafíos que se enfrentan hoy en día. Resulta claro que con el actual nivel de recursos, no seremos capaces de proporcionar ni siquiera los mínimos requeridos en materia de protección y de asistencia que salve vidas”.

Como puede verse claramente, estamos ante una profunda paradoja mundial. Las fuentes de las necesidades humanitarias más pronunciadas son los conflictos prolongados que han conculcado libertades masivamente y que requieren soluciones políticas y una apuesta decidida a la construcción de la paz, al fortalecimiento del Estado de derecho y al respeto de los derechos humanos.

Sin duda alguna para que se respeten los derechos humanos, para el cabal cumplimiento de las leyes que los consagran y  para que se persiga a quienes los violen  son muy importantes los ordenamientos jurídicos del Estado de derecho en el ámbito nacional  así como los mecanismos internacionales para su defensa. Pero no basta con ello. Se requiere también de un movimiento  amplio de personas defensoras de los derechos humanos, de adalides de la causa que operen como una red y un mecanismo social que exija rendición de cuentas a los poderes públicos y a los distintos actores privados en esta materia. Se trata, en última instancia, de  la verdadera dimensión social o comunitaria de un sistema de “checks and balances” en materia de derechos humanos.

Por ello, con motivo  de la celebración del  día internacional de las personas defensoras de los derechos humanos el 9 de diciembre, el Relator Especial de las Naciones Unidas para la situación de las personas defensoras de los derechos humanos,  el francés Michel Forst, ha hecho un llamamiento a los Estados, a los países y agencias donantes y a la sociedad en su conjunto para brindar mayor protección a las personas defensoras de los  derechos humanos.

Los Relatores Especiales y Grupos de Trabajo de la ONU forman parte de los ‘Procedimientos Especiales’, el mayor órgano de expertos independientes en el sistema de la ONU para los Derechos Humanos, que reúne a los mecanismos de investigación y monitoreo establecidos por el Consejo de Derechos Humanos para hacer frente a situaciones concretas en países o a cuestiones temáticas en todo el mundo. Los expertos de los Procedimientos Especiales trabajan de manera voluntaria; no son personal de la ONU y no perciben un salario por su labor. Son independientes de cualquier gobierno u organización y actúan a título individual.

Michel Forst ha señalado que “son los “Gandhi” y “Mandela”, son las “Rosa Parks” y “Malala”,pero también son personas comunes, abogados, mujeres activistas, líderes comunitarios, periodistas, sindicalistas o defensoras del medio ambiente que luchan por reconquistar nuestros derechos y promover nuestras libertades. Son llamados defensores y defensoras de los derechos humanos. Son miles de individuos y grupos en todo el mundo que abogan por los derechos humanos, educando, despertando conciencias y pidiendo rendición de cuentas a los gobiernos por sus acciones”.

El derecho internacional reconoce claramente el papel fundamental de las personas defensoras de derechos humanos en poner un término de manera efectiva a las violaciones de estos derechos. La Declaración de las Naciones Unidas sobre las personas defensoras de los derechos humanos insta a los Estados a apoyar y proteger  a estas personas. Pero sabemos que cuando los activistas luchan para desenmascarar la injusticia se encuentran con numerosos desafíos y obstáculos para disuadirlos de perseverar. Esto concluye muchas veces con su persecución ilegal y en casos extremos con su privación de la libertad o con su muerte.

Michel Forst ha apuntado que  lamentablemente hace tan sólo dos semanas, el 24 de noviembre, 54 gobiernos se negaron a unirse a otros 117 Estados de la Asamblea General de las Naciones Unidas para apoyar una resolución clave que reconoce el rol de las personas defensoras de derechos humanos, apoya su trabajo y promueve su protección.  Ha puntualizado que las leyes nacionales son muchas veces promulgadas para criminalizar la labor de las y los defensores o para cortar su financiamiento, que estas personas son injustamente retratadas de una manera denigrante y hostil con el fin de intimidarlas y silenciarlas, que enfrentan numerosos riesgos y amenazas como consecuencia del trabajo que hacen o por ser quienes son.

Es importante resaltar que ciertos grupos son particularmente estigmatizados, como las personas que defienden los derechos de las mujeres, de los LGBTI (personas lesbianas, gays, bisexuales, trans-géneros e intersexuales), los derechos relacionados con la tierra, con la responsabilidad de las empresas o con los derechos de los pueblos indígenas. Son colectivos  y defensores individuales de esos colectivos que enfrentan cada vez más riesgos y viven bajo amenaza constante.

En conmemoración del día internacional de las personas defensoras de los derechos humanos, Michel Forst ha instado a todos los Estados a que apoyen y protejan a quienes defienden los derechos humanos, sea a nivel internacional, regional o nacional, a través de la construcción de alianzas en favor de las y los defensores y de la adopción de medidas concretas para proteger a estas personas. Ha alentado a los Parlamentarios a que estén en alerta contra las leyes que buscan restringir el espacio de la sociedad civil, criminalizar las actividades de derechos humanos y suprimir fondos destinados a las defensoras y defensores. Ha pedido a los donantes que den prioridad a la defensa de los derechos humanos en consulta con las  personas defensoras de los derechos humanos y con el menor nivel de requisitos burocráticos.  Ha hecho asimismo un llamamiento a la sociedad civil y a quienes defienden los derechos humanos a mejorar las redes y mecanismos de apoyo mutuo y auto-protección para responder a las amenazas y riesgos actuales, así como para prevenir y alertar sobre los desafíos por venir.

Es importante citar las palabras finales del mensaje de Forst que ilustran con claridad la naturaleza de la agenda pendiente en esta materia: “pido la sociedad en su conjunto que reconozca la importancia del papel de las y los numerosos activistas que buscan sin descanso defender los derechos humanos y las libertades fundamentales por el bien de toda la sociedad. Les pido que incentiven a sus gobiernos y a sus parlamentos para que apoyen a los y las defensoras en sus países y en sus políticas exteriores. En nuestra lucha por la libertad, la igualdad y la justicia, es crucial que empoderemos y protejamos a quienes defienden los derechos humanos – nuestros héroes, nuestros centinelas quienes libran la batalla por nuestros derechos humanos. Se merecen nuestro apoyo incondicional.”

Por último es importante traer a colación el que con  motivo de  la celebración del Día de los Derechos Humanos, el jueves 10 de diciembre, el discurso oficial  de la ONU ha hecho un llamamiento mundial a reflexionar sobre el significado de la libertad, planteando que se trata del ideal fundamental que da sustento a lo que hoy conocemos como legislación internacional en materia de derechos humanos, las normas y regulaciones que protegen y garantizan nuestros derechos y  que constituye los cimientos de la paz, la seguridad y el desarrollo para todos.

Se quiere conmemorar con esto  el cincuentenario dos de los tratados  internacionales más vetustos en materia de derechos humanos: la Convención Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos y la Convención Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1966.Ambos, junto con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, conforman el Corpus Jurídico Internacional en materia de Derechos Humanos que establece los derechos civiles, culturales, económicos y políticos para todas las personas.

Sin menospreciar la importancia que tiene la libertad como valor fundamental  inalienable e inherente  de la humanidad y en  la convivencia entre los individuos y entre las naciones, la propuesta emanada del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, podría haber tenido un poco más de concreción, pragmatismo y oportunidad, en un momento mundial en el que la libertad está siendo amenazada de muchas maneras y el respeto a los derechos humanos está siendo ampliamente vulnerado.

Desafortunadamente las respuestas internacionales  a los problemas  que hemos analizado en este artículo son a todas luces insuficientes, las libertades fundamentales de muchísimas personas continúan siendo conculcadas impunemente  y, por si fuera poco, se ha transferido a los mecanismos humanitarios  una gran parte de los  problemas, sin que  a esto le acompañen los recursos necesarios. Tácitamente se espera que los mecanismos humanitarios  contiendan  con las consecuencias de una fallida construcción de la paz y un insuficiente respeto a los derechos humanos, arrojándoles una carga que los supera y los desborda. Esto concitará más pronto que tarde una crisis de difícil solución que hará muy difícil alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el 2030.

Daniel López-Acuña es Profesor Asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP). Consultor independiente en Salud Publica, Sistemas de Salud, Asistencia Humanitaria y Cooperación al Desarrollo. Ex Director de Acción Sanitaria en Crisis  de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Miembro de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria (SEMHU).
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