Crisis alimentaria mundial: situación actual y su impacto

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campesino trabajando en un campo de arroz de Bangladesh

Crisis alimentaria mundial: situación actual y su impacto

En un reciente informe de Oxfam, en el que se analizan las tendencias de los precios de los alimentos, se ha puesto de manifiesto que el precio de los alimentos básicos como el maíz, que se encuentra en este momento en su punto más alto, aumentará más del doble en los próximos 20 años. La mitad de este aumento se deberá al cambio climático. Los más afectados serán las personas más pobres del planeta, que gastan hasta el 80% de sus ingresos en comida.

  campesino trabajando en un campo de arroz de Bangladesh
        Campesino en un campo de arroz. Bangladesh.
        Foto ONU

En dicho informe también se advierte de que más de ocho millones de personas, la gran mayoría mujeres y niños, se enfrentan a la escasez crónica de alimentos en el Este de África. El aumento de las crisis regionales y locales podría significar que las peticiones de ayuda alimentaria en los próximos 10 años se multiplicaran por dos. Otro de los datos alarmantes es que la demanda de alimentos se incrementará en un 70% en el año 2050 mientras que la producción está en descenso.

En un reportaje publicado por el servicio de noticias de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, IRIN, se narra lo siguiente:
 
La cesta de la la compra de Banu Bibi está cada vez más vacía. Cuando va de compras en Dhaka, Bangladesh, gasta más que hace un año, pero puede comprar menos alimentos. En 2010, por 134 takas (1,80 dólares), podía comprar lentejas y jabón de lavar, además del pescado favorito de la familia. En 2011, con 185 takas, (2,50 dólares) sólo puede comprar lo básico: arroz para compensar la falta de otros alimentos, y verduras baratas.

Banu Bibi vive en una de las ocho comunidades seleccionadas por un equipo de investigación del Instituto de Estudios de Desarrollo del Reino Unido para realizar un seguimiento de los efectos del aumento de los precios en los alimentos y el combustible. Durante tres años, con la ayuda de las organizaciones asociadas en Bangladesh, Indonesia, Zambia y Kenia, han entrevistado a personas de varias comunidades rurales y urbanas para analizar cómo afecta a sus vidas el aumento de los precios.
 
La experiencia de la familia de Banu Bibi es bastante típica. Su familia no se muere de hambre, porque siguen teniendo acceso a los alimentos, pero éstos ya no son una lección, y además son menos nutritivos que hace un año. Es un hecho que antes de la crisis de los precios en 2008, podían comer más y mejor. Ahora tienen que trabajar más e invertir más tiempo en la búsqueda de alimentos asequibles.

Una mujer de Lango Baya, Kenia, fue muy expresiva al explicar que ahora va a la tienda a comprar algo con el mismo dinero que fue el día anterior y encuentra que los precios han aumentado.

Aunque los precios de los alimentos y del combustible disminuyeron después del alza máximo de 2008, nunca volvieron a sus niveles anteriores, y este año han subido de nuevo. Sólo uno de los cuatro países estudiados –Zambia- ha experimentado un respiro este año, porque el precio del alimento básico, el maíz, no ha aumentado.
Aunque los dos estudios anteriores se centraron en recoger los testimonios de consumidores locales, en este estudio también se ha analizado la percepción de éstos sobre quién tiene la culpa del aumento de los precios y cuál puede ser la solución. Y lo que se debe hacer al respecto. Los entrevistados no tenían la percepción de que la causa del alza de los precios tuviera nada que ver con la situación financiera internacional, sino que tenía que ver con la incapacidad de sus gobernantes.

Los que creen que el gobierno debe «hacer algo», sugieren la prohibición de las exportaciones, el control de precios, castigando a los acaparadores y subsidiando los alimentos básicos. La población de estos países cree que sus gobiernos tienen el deber moral de proveer a su pueblo, deber que relacionan con un cierto concepto de la democracia o de la honestidad de los gobernantes. Los altos precios de los alimentos, sin embargo, no son una mala noticia para todos: este alza ha venido después de un largo período de bajos precios que fue muy duro para los agricultores en estos países.

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