Atravesar el Mediterráneo: un viaje plagado de riesgos para los niños migrantes

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Patera llena de inmigrantes

Informe de la Organización Mundial de las Migraciones y UNICEF

«Arriesgamos nuestras vidas para venir aquí. Cruzamos el mar y sabemos que no es seguro, así que nos sacrificamos. Lo hacemos o morimos».

Los jóvenes inmigrantes y refugiados intentan escapar del peligro y buscar un futuro mejor. Para lograrlo se enfrentan a riesgos enormes durante su viaje. Para Mohammad, de 17 años, que viajó a través de Libia para buscar asilo en Italia, la violencia y la persecución en su país significaron que la elección era clara: «Arriesgamos nuestras vidas para venir aquí», dice, «cruzamos un mar. Sabíamos que no es seguro, así que nos sacrificamos. Lo hacemos o morimos».

Para los niños y los jóvenes en movimiento a través de las rutas del Mar Mediterráneo a Europa, el viaje está marcado por altos niveles de abuso, tráfico y explotación. Algunos son más vulnerables que otros: los que viajan solos, los que tienen bajos niveles de educación y los que realizan viajes más largos. Los más vulnerables son aquellos que, como Mohammad, vienen del África subsahariana.

UNICEF y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) han publicado un informe en el que recogen valiosa información sobre la odisea de estos niños. En concreto, se han recogido testimonios y datos de 11.000 niños y niñas de entre 14 y 17 años y jóvenes de entre 18 y 24 años, a través del Matrix Flow Monitoring Surveys, llevado a cabo por la OIM a lo largo de las rutas del Mediterráneo Central y Oriental hacia Europa en 2016 y 2017.

El análisis revela que mientras que los adolescentes y los jóvenes corren mayor riesgo que los adultos en ambas rutas, la ruta del Mediterráneo Central a Italia es especialmente peligrosa. Lleva a la mayoría de los jóvenes inmigrantes y refugiados a través de Libia, donde se enfrentan a la anarquía y la violencia y son a menudo detenidos por las autoridades estatales o por grupos armados.

En ambas rutas, los años adicionales de educación y los viajes en grupo, con o sin familia, ofrecen a los jóvenes migrantes y refugiados una medida de protección. Pero la distancia desde donde inician el viaje es lo que marca la diferencia. Un adolescente de África subsahariana, que tiene educación secundaria y viaja en un grupo a lo largo de la ruta del Mediterráneo central, enfrenta un riesgo del 75% de ser explotado. Si viene de otra región, el riesgo bajara al 38 por ciento.

La investigación sugiere que el racismo subyace en esta diferencia. Un sinnúmero de testimonios de jóvenes migrantes y refugiados de África subsahariana ponen de manifiesto que son tratados con más dureza y son objeto de explotación debido al color de su piel.

La historia que emerge de los datos confirma la trágica realidad de que los adolescentes y los jóvenes están dispuestos a pagar un alto precio por la oportunidad de una vida mejor. Los entrevistados en las encuestas se encuentran entre los millones en movimiento en todo el mundo, a través de las fronteras y dentro de los países. Muchos huyen de los conflictos brutales o la violencia, mientras que otros se mueven en busca de perspectivas para una mejor educación o mejores medios de subsistencia.

Con las vías de migración regular cerradas para la mayoría, aquellos que buscan hacer su camino a través de las fronteras a menudo colocan su destino en manos de los contrabandistas, lo que aumenta su vulnerabilidad. Arriesgan sus vidas viajando por entornos hostiles y sufren abusos y explotaciones terribles espantosos si caen en manos de traficantes, grupos armados u otros depredadores.

Las conclusiones de este informe subrayan la urgente necesidad de actuar. Para proteger a los más vulnerables entre los migrantes UNICEF y la OIM piden una estrategia multisectorial que aborde la interacción de factores que exponen a los niños y jóvenes migrantes y refugiados a riesgos o que los mantengan seguros.

Dicha estrategia incluye el desarrollo de canales seguros y regulares de migración para amortiguar la demanda de contrabandistas, mientras se lucha contra el tráfico y la explotación. Para aumentar la resiliencia y proteger los derechos de los niños y los jóvenes, es necesario invertir en educación y otros servicios básicos, coordinar las actividades de protección de los niños entre países y combatir el racismo y la xenofobia en los países por los que atraviesan migrantes y refugiados.

El informe completo se puede descargar en PDF (inglés)

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